PERSPECTIVA DEL DESARROLLO AGROALIMENTARIO EN VENEZUELA: UNA MIRADA INAPLAZABLE

 PERSPECTIVA DEL DESARROLLO AGROALIMENTARIO EN VENEZUELA: UNA MIRADA INAPLAZABLE

Por Juan Hernández

 El sector primario de la economía cuyo motor lo constituye principalmente la agricultura en sus actividades agrícola vegetal y agrícola animal, demandan cada vez mayor atención por las necesidades agroalimentarias de la población.

En la captación de los ingresos fiscales este sector no representa actualmente un PIB importante para el país, no obstante en 2021 Venezuela exportó en commodities 30% más de lo que logró el año pasado, de acuerdo con el economista venezolano Alejandro Gutiérrez, profesor de la Universidad de Los Andes, el sector agrícola debe estar en el orden de 5% del PIB, 15% si se incluye a la industria de alimentos, “luego de que la economía nacional cayera 80% en los últimos años”. De modo que la producción interna bajo criterios de objetividad con apoyo de la ciencia, la inversión, la tecnología y la innovación, y enfocado en el marco del ecodesarrollo, como modelo de desarrollo integral; contrario al modelo imperante econocentrista, se obtendría de manera sustentable los bienes de consumo para cubrir las necesidades básicas de la población. Además, una producción nacional sostenida, crea las condiciones propicias para sustituir los patrones de la macrodependencia agroalimentaria externa.

Lo agroalimentario no es un término sencillo dirigido a la satisfacción alimentaria básicamente del público consumidor; pues el producto final requiere desde sus inicios de un proceso de biocenosis agro-industrial con la finalidad de transformar la ecobase: del procesamiento de la materia prima; de sus elementos y factores físico-químicos y biológicos integradores, de sus principios activos y reactivos como elementos técnicos formadores de la cadena agroproductiva dentro de un contexto socio-cultural que estime los valores y las necesidades de la población. Sólo en el marco del modelo de ecodesarrollo puede en términos de sostenibilidad y sustentabilidad crearse las condiciones que tomen en cuenta los hechos ecológicos, los ecosistemas, los culturales y las necesidades mediatas e inmediatas colectivas.

Pero ¿Qué es el modelo de Ecodesarrollo? Según Pedro José Salinas (1985) es una concepción diferente del desarrollo integral, sustentado, entre otras cosas, por principios ecológicos y humanos de acuerdo con las condiciones existentes de cada país, cuyo fin es armonizar el desarrollo físico con el progreso social y cultural de sus habitantes.

El Ecodesarrollo es un modelo alternativo, ecológico, socio-económico y susceptible de ser adaptado culturalmente a cada región, cuyo propósito es evitar que la planificación del desarrollo económico se realice bajo esquemas meramente econométricos y matemáticos que responden más a un modelo econocentrista que a un modelo que logre alcanzar beneficios sociales e impacte menos ecológicamente. Sostiene Salinas que un claro ejemplo del modelo econocentrista es la “Cultura del Petróleo” muy arraigada en Venezuela, cuya política de desempeño ha sido la de mediatizar el desarrollo de otros sectores menos la del petróleo. Se ha creado históricamente desde los tiempos en que brotó el oro negro del Zumaque N° 1 y del Barroso N° 2 una dependencia predominante del petróleo. Ciertamente hubo venezolanos que nacieron y crecieron en la Venezuela agraria de comienzos del siglo XX, pero en el zenit de sus vidas tenían un país petrolero consolidado. 

Es urgente transformar la economía agrícola hacia un modelo de desarrollo integral que garantice los bienes de consumo en cantidad suficientes capaces de abastecer al mercado nacional, y el excedente de ello exportarlo al mercado internacional en el marco de una economía competitiva capaz de responder a los standares internacionales de control de calidad. Ahora con la fluctuación de los precios del crudo que ha profundizado la crisis económica desde hace poco menos de una década precisamente por la alta dependencia del país de la renta petrolera, se hace indiscutiblemente inaplazable mirar enfáticamente hacia el desarrollo agrario en términos de sostenibilidad.

Tras el Boom petrolero a principios de la Década de 1970 que originó la subida de los precios del crudo, facilitó en gran medida el incremento de las importaciones de alimentos, lo que debilitó la producción nacional y, por ende ocasionara, según Morales Espinoza (2009), que el Sistema Agroalimentario Nacional se vinculara al Sistema Agroalimentario Internacional. 

Por ello, cabe señalar que desde la Corporación de Mercadeo Agrícola (CMA) que funcionó desde 1975 hasta 1984, año en que fue liquidada, y continuándose con mayor vigor a partir del año 1989 la regencia alimentaria en el país con la apertura y liberalización de la economía en el gobierno de Pérez II con la activa participación de los capitales trasnacionales a través de los Traders que funcionaron abiertamente con las grandes cadenas de hipermercados entre ellos Los Super Maxis, Makro, Cada, Grupo Polar, entre otros, hasta hoy día con las empresas estatales CASA S.A. Mercal S.A. y Pdval, el eje de la organización, el grueso de las decisiones y de la dinámica de la cuestión alimentaria, ha girado en torno a las políticas del mercado internacional, por lo que el sector agroalimentario, de la producción agrícola, de la agroindustria, del mercadeo, distribución y consumo alimentario de la población, están configurados de alguna manera al sistema agroalimentario a escala internacional. 

Desmitificar la concepción tradicional del país rentista petrolero y desmediatizar definitivamente el concepto de la Agricultura encaminando sus principales actividades en el marco del Ecodesarrollo, ha de ser la perspectiva. Que estos 40 años hayan constituido suficiente peso en el aprendizaje de las ideas de construir un mejor país, de aprovechar sus potencialidades culturales, económicas, geográficas, ecológicas, científicas y, sobre todo el humano con una visión transformadora puertas adentro. El marco jurídico existe, puesto que una de las principales bases del desarrollo del sistema socio-económico y de la Agricultura, lo observamos en los artículos 299, 305, 306, 307, 308 de Nuestra Carta Fundamental. 

En principio y, en función de la economía agrícola, una de las propuestas, sería que, dentro de los planes y lineamientos nacionales que ya tienen un marco jurídico pre-establecido, ha de ponerse en práctica de manera selectiva, un plan piloto, sobre todo en las zonas económicas agrícolas sustentables, la puesta en marcha de los procesos de desarrollo de los rubros agrícolas adecuados al medio y a las condiciones agroproductivas, cuyo diseño en la jerarquización de la organización, dinámica y ejecución de las decisiones del sector agroalimentario respondan a los más altos intereses de la Nación y no a los grandes capitales transnacionales.


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